domingo, 2 de marzo de 2025

Mudanza y otras minificciones

 Mudanza y otras minificciones. Autor: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Precio: $ 25.000=
Envíos, dentro de Colombia: $ 13.000=
Pedidos: WhatsApp 3153434060.




Mudanza hace hincapié en el subgénero del relato negro, una tendencia que empieza a cobrar importancia para un buen sector de autores colombianos, dado el clima de impunidad de nuestra época. Un final muy a tono con el despliegue argumental logra completar el círculo metafórico postulado desde sus inicios.

Elmo Valencia y José Martínez Sánchez
Jurados Premio Literario Eutiquio Leal, 2012


Mini prólogo

Por: Jota Villaza.

Los textos breves e hiperbreves, nos han llevado desde la antigüedad, por el pensamiento de la sabiduría, de la reflexión y las sentencias finales, que generalmente no admite una variante, el minicuento o minificción con sus igualdades y diferencias nos dejan allí, frente al texto con esa sensación de inmensidad, como la palabra mar, que nos lleva al inmenso océano, perplejos, sin más que decir, sólo con la verdad total que nos acaban de revelar, bien sea mediante una narrativa o una sentencia poética.

Luis Carlos Pulgarín Ceballos, en su devenir, por el teatro, el cuento, la crónica, la poesía y la novela, nos trae ahora una especie de síntesis de su pensamiento y criterio creativo, por medio de numerosos relatos de asombrosa inmensidad en su brevedad, como manantiales en los que navegamos, para llegar indefectiblemente al océano mínimo de MUDANZA, en el que además nos lleva por un oscuro laberinto incursionando en las artes plásticas, esas que además de llenar el lienzo dejando enormes incógnitas, llenan el corazón de asombro y de incertidumbre.

El libro se deja leer con una fluidez asombrosa y cada vez se asoma a laberintos diferentes de los parajes recónditos del alma humana, desde lo espiritual hasta lo terrenal y llegamos al texto final que nos detiene, que es tormenta, que no nos deja fluir, como si a nosotros nos faltara inspiración para terminar el cuadro, o el texto, para ese estallido final que es de satisfacción y nostalgia.

Gracias a Luis Carlos por estos bellos textos y Gracias a los lectores por su complicidad.


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En Mudanza y otras minificciones la brevedad se hace concisa bajo la complicidad del lenguaje que surfea, se hace preciso y comprime la anécdota. Esta, se tiñe de color, de amor o de dolor, de seres encarnados o que se pierden y deambulan entre la realidad, las metáforas o las fábulas. Hay aquí la clara intención de construir y renovar el relato formal y el imaginario cultural, con nuevos matices de color y texturas que aproximen el discurso en búsqueda de otra visión posible, desde la creación literaria, apropiando figuras y formas narrativas comprimidas dónde cómodamente se mueven las dualidades humanas.
Ramiro Agudelo López
Escritor


La realidad supera la ficción, se ha vuelto común en las descripciones literarias, algunos de los textos aquí publicados, aunque se traten de “minificciones”, parecen confirmar lo anterior de manera categórica.


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Tres relatos:


Primero fue Lilith
Una mañana cualquiera de aquellos primeros tiempos que no tenían almanaque, Adán despertó y no encontró rastro de Lilith. En su lugar estaba una tímida y virginal Eva nacida para el resignado destino de la procreación, más allá del libidinoso e inútil goce del deseo de la carne y la reinvención de las múltiples formas del amor. Lilith fue presencia anticipada del sentimiento del deseo en el paraíso, manifestación concreta de los impulsos primarios del dios bíblico que lloró por no haber nacido mortal como Adán para acceder a los misterios de la piel y la fragancia del sudor del eros al atardecer. Lilith, tentación permanente de Adán, embrujo de la madrugada cuando los desvelos de su creador lo afligían tanto que sus lágrimas se convertían en rocío del amanecer. Lilith fue carne, pasión, primer sentimiento del pecado de los celos y las rivalidades entre Adán y su dios creador. Lilith ráfaga de volcán en erupción es el canto y el bullicio permanente que destiló su lava ardiente por todos los rincones del Edén. Lilith fue la daga que desangró la noche cuando Dios huyó al otro lado de la luna para no avergonzarse de cómo Ella y Adán, en un duelo intenso, batalla cuerpo a cuerpo, conquistaron el universo del amor. El castigo, a tanto desparpajo autónomo de Lilith, fue el destierro del paraíso.



Desenlace

El cabello cano, al caer, predice que su vida se
extingue: la ceniza es la manifestación certera de la vejez
del cigarro.



Job rebelado*
Llevaba días escribiendo su novela. Había inventado el destino más inverosímil, literariamente hablando, para su personaje. Capítulos ambivalentes, páginas inciertas, párrafos a la deriva. Pero... nunca nadie imaginaría que, en un extremo acto de rebeldía, el personaje reclamaría un más justo destino. Por ello cuando se enteró de que la intención de su autor era asesinarlo al final, decidió adelantársele. La novela jamás se concluyó. Los más expertos detectives del cuerpo de inteligencia nacional, sin el menor indicio de sospechoso alguno, decidieron cerrar el caso dándolo como un suicidio.

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* Finalista en el III Concurso Internacional de Microrrelatos de la
Fundación César Egido Serrano y el Museo de la Palabra, Madrid, España; 2013.


Bolicolomperecuvenezuela y otros relatos

 Bolicolomperecuvenezuela y otros relatos.

Primera edición, febrero de 2025.

Autor: Juan Gil Blas (Medellín, 1.959).

Precio: $ 30.000=
Envíos, dentro de Colombia: $ 13.000=
Pedidos: WhatsApp 3153434060.

El último relato del presente volumen, “La mujer de Rodas”, fabula el escondido origen de los antioqueños como fruto de un mestizaje de violación de las mujeres nativas; solo después fue el amor y la familia. Es lo que se llamó: Conquista. “Un beso de amor eterno”, esa extraña manifestación de muertos descrita en 1989, anuncia el fatídico número 6042 que conocimos después y que todavía zahiere; vislumbra también, la fatídica Escombrera, esa fosa común ya indeleble del paisaje de Medellín. “Peón cuatro rey”, para amantes del ajedrez político y literario, demoró diez años para un final digno de las Madres Buscadoras y de las Madres de la Candelaria, significativas pares criollas de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina. “Tan sabrosa la libertad”, retrata la personalidad de un señor llamado Carlos Castaño reprobado por la colombianidad y por los valores de la humanidad: ese hombre que ninguno de nosotros, bajo ninguna circunstancia, desearía ser. “Fantasías de primavera” no enloda el carácter comercial de la ciudad de la eterna primavera; por el contrario, lo resalta hasta el límite de la exacerbación. “Cuento de Navidad” canta la paz de bandos enemigos (ambos del pueblo) que fraccionaron la hermandad de la nación colombiana, o que fueron fraccionados por esta. “Una jornada más” dibuja la Medellín soñadoramente rebelde de finales del siglo veinte y que el tiempo derrotó en su fracasada versión insurreccional… pero que existió, nadie lo desconoce. “SE ARRIENDA”, más otros relatos cortos, son una pincelada de la tragedia que suele ser la vida, también la vida que sucede ajena a las vicisitudes históricas.
En conjunto, estos 56 títulos son una selección de fábulas cortas que dan cuenta de la historia del país de finales del siglo veinte y comienzos del veintiuno. Particularmente, de Antioquia y Medellín, tierra natal del autor. Ficción, reflexión filosófica, divertimento literario, un amplio abanico de las posibilidades de la literatura.
La literatura, ese oficio de la soledad más acompañada, de tanto en tanto nos recuerda su sabia costumbre de no deberle nada al rey.

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La literatura de Juan Gil Blas
Cuidado, al abrir de cada página siguiente te puede asaltar un fantasma. Los fantasmas que rondan los parajes desolados de una literatura que no es de este tiempo, aun teniendo el olor del presente; que es como su autor, una literatura que huye al tedio y la banalidad de tanta historia faranduleada, narcotizada, una literatura que evade los espacios sociales donde se distrae la atención de lo verdaderamente importante para tiempos de incertidumbre y se crean cortinas de humo que terminan siendo cómplices del olvido. Y es que la literatura de Juan Gil Blas es memoria, es testimonio, es denuncia, es desahogo del tiempo aciago que durante siglos han vivido estas tierras donde tanta sangre ha corrido. Los fantasmas recorren los caminos que se entrecruzan en cada párrafo de los cuentos de Juan Gil Blas, o por lo menos en la mayor parte de ellos; cada línea es un camino lleno de asombro que nos conduce a un universo narrativo que se erige como un territorio olvidado, de aquellos donde reina, a sus anchas, la violencia. Pero a diferencia de los fantasmas de otros textos de la literatura universal, como los de Rulfo por ejemplo, los fantasmas que recorren estas páginas van más allá del panorama de lo fatal sin salida, hay un matiz de fino humor, de cierta ironía, de cierta sorna que genera atmósferas menos densas en la lectura, tal vez una intención secreta del autor de que al final de todo puede haber alguna salida menos cruda, con nuevas luces de esperanza para una humanidad que parece devastada. Y como mi papel en estas breves líneas de apertura para estos relatos (selección propia del autor para esta colección), no es remplazar su voz, corto la cinta inaugural de este acto de entrega literaria y os deseo un abrazo cálido de cada ser cadavérico o esquelético que pueda estar esperándoles escondido a la sombra del punto final de cada párrafo. Pero ojo, son los fantasmas y los esqueletos de un pueblo vivo. Los fantasmas y los esqueletos de los desaparecidos. Los textos fueron tomados de Diálogos de la eterna primavera (1992); Diccionario triste (1998); El valle de los perros mudos (2000); Dos cuentos (2002); Colección memoria (cuadernillos, 2007); El difícil cuento de la educación de Mateo Falcone (2009).
Luis Carlos Pulgarín Ceballos
Editor


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Tres relatos:

Veinte valerosos vampiros
VEINTE VALEROSOS VAMPIROS consiguieron mantener intacta la integridad del pabellón K. aunque fuese sólo por escaso tiempo. Su certera aparición instantes previos a la caída de la tarde, quién lo creyese, conminó al retiro inmediato del capellán, del administrador y del jardinero, acompañados de los ingenieros. Cuán incómodas resultan las reestructuraciones, cuán insulsas las remodelaciones, cuán indignos los traslados. Si los resultados saltasen a la vista, valga y pase; pero si se trata de dejar las cosas como estaban o peor, entonces no. El capellán raras veces se pone de acuerdo con el administrador; además, los ingenieros en pocas ocasiones interpretan de manera correcta las directrices del capellán y del administrador. El jardinero escucha y cumple. Había que verlos decididos como soldados de guerra avanzando con los picos y las palas en las manos, los ingenieros al frente y los demás detrás. “Yo abro el primero”, detuvo el administrador al ingeniero jefe. Él mismo picó, escarbó y echó la lápida al suelo. ¡Y volaron los veinte valientes vampiros! El olor de humedad concentrada, la tierra pasada de tiempo y el malestar de los bichos de la corrupción, junto con el vuelo en fuga de los veinte vampiros súbitamente puestos en libertad, hizo dar pie atrás al administrador. Se apartaron los ingenieros, retrocedieron el capellán y el jardinero, y el administrador, alejándose, exclamaba, enarbolando pico y pala contra los vampiros: “¡Atrás! ¡Atrás!”. Así se salvó de manera temporal el pabellón K., quién sabe hasta cuándo.



Rústicas remembranzas rurales

 

ERIGIRSE A LA PAR CON LA PALMA es digno del acontecimiento birlibirloquesco de la vida. Verla brotar de pronto como retoño de la tierra, y después verla hacerse arbolito de melena y corbatín; derecha y pujante va la palma creciendo, y el campesino, igual que ella, se hace niño y adolescente, primero de juguetes y luego de espejos, el campesino de vidrio, ella de sol. La palma va alimentándose de las aguas bajo tierra, y el campesino de las aguas rojas de las venas, y en ambos, qué bella curiosidad, el agua es casi las dos terceras partes de todo. Que a la palma creciendo rumbo al cielo no la detiene nadie; que al campesino menos. Que la palma fabrica más tarde palmitas; que el campesino hijitas. Que los dos son vigorosos, que el cenit del crecer, pero, que, ay, un hacha, zas zas, una escopeta, bang bang, por la mitad, certeras, hasta hacerlos doblar y caer, hasta derrotarlos en su pleno fulgor, la palma sin ardor, el campesino con dolor.

Bella savia la que circulaba por las venas de Ricardo Ramírez Rendón, el 408 de la galería del Divino Redentor, procedente del campo.



Múltiplos de Mayakovski

 

SE SABE que el padre del poeta ruso Vladimir Mayakovski murió de una infección en la sangre luego de pincharse un dedo con un alambre. Muerte inesperada, triste y absurda. Un pinchazo. Un alfiler. ¿Se ha pensado menor motivo? ¿Se ha encontrado después un arma tan insignificante y paradójicamente pacífica? ¿Qué hacía allí el alambre? ¿Por qué el señor Mayakovski, padre, tenía que pasar justo por ese sitio de la cómoda contra la pared y tropezar y pincharse, infectarse y morir? ¿Y por qué él y no otra persona? ¿Y por qué otro si así fuera? ¿Quién le dio tal destino al señor Mayakovski? ¿Se lo dio él mismo? ¿O meramente las cir­cunstancias ingobernables lo condujeron a la increíble hila­zón de un dedo, un alambre y un roce mortal? ¿Por qué? ¿Con qué derecho? ¿No hubiese sido mejor, más justa y menos dramática una muerte senil? ¿O tan siquiera un enorme pino que lo aplastara como gelatina durante su visita al bosque como inspector forestal? Por lo menos habría sido un final adecuado, dentro del orden establecido, aceptable. Pero, ¿un infeliz alambre acabar así no más con un hombre que se defendía de todo menos de los alfileres?

Así es el azar.

El 14 de abril de 1930, su hijo, Vladimir Mayakovski, el poeta trágico, futurista y proletario, levantó su brazo de hombre grande, se apuntó con una pistola en el pecho y disparó.

Así obra la voluntad propia.

Y ayer no más, en el alba triste del solar*, María Maldonado, que visitaba a su hija Marina, recibió un balazo anónimo en la espalda, y hoy duerme aquí, serena, ecuánime, sonriente.

Así opera la voluntad ajena.

 


* Cementerio. En Diccionario triste solar y cementerio son sinónimos (N.E.)






Cuentos entre el bosque y la luna

 Cuentos entre el bosque y la luna.

Autores: Marta Quiñonez, Luis Carlos Pulgarín Ceballos y Diana Arango (Ilustradora).

Libro Cara y Cruz (Lado A y Lado B)

Precio: $ 30.000=
Envíos, dentro de Colombia: $ 13.000=
Pedidos: WhatsApp 3153434060

Entre el bosque y la luna contiene dos relatos cuyos protagonistas son niños. Mientras en Samweli y el tiempo hay una inocente pero profunda reflexión sobre el concepto del tiempo, en Para Subir al Cielo habitan los diálogos imaginarios de un hijo con su padre desaparecido en medio de la violencia que se vive en su territorio.
Dos bellos relatos nacidos de la realidad y recreados desde la fantasía que nos acercan a las preguntas por: el tiempo, la adultez, la separación, el conflicto armado, el desplazamiento, pero también la ilusión.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Es la guerra… (Y no es un cuento) - Segunda parte

 Es la guerra…  (Y no es un cuento)

Lecciones histéricas de Colombia.


Leer Primera parte: https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2024/07/es-la-guerra-y-no-es-un-cuento.html

Segunda parte

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Antes de retomar la historia de Fulgencio Parra, permítanme el siguiente paréntesis para aclarar contextos:

Es claro que había la necesidad de que la américa latina, sometida al colonialismo español, se liberara; y no pretendo restarle importancia a ese primer proceso de expulsión del yugo invasor surgido en los diferentes territorios del nuevo continente; pero hay que aceptar que el cacareado grito de “independencia” de 1810, al menos en Colombia, fue un proyecto clasista, centralista y excluyente que solo buscaba privilegios políticos para una clase criolla ilustrada y pudiente con pretensiones de identidad europea dada la sangre que les corría por las venas (precisemos que en Colombia la clase criolla estaba compuesta -en su origen-, por hijo o hija de español con española nacido en territorio americano; luego: hijo o hija de padres o madres españoles con padres o madres criollas, luego hijo o hija de padres y madres criollas pero descendientes directos de españoles).  

Esa élite criolla, privada del ejercicio de la participación política en los altos cargos de gobierno (decisión de los reyes españoles); pero no privados del disfrute de los privilegios de las fortunas de sus padres; realmente no pensaban con sinceridad en el lema de “libertadigualdad y fraternidad” que imperó en la Revolución Francesa (uno de los antecedentes que impulsó la valentía rebelde del proyecto independista); al menos no para todos los habitantes de los territorios a independizar.  En su proyecto político no estaban las masas indígenas, las negritudes esclavizadas (incluso en muchas de sus casas feudales), tampoco estaban en su horizonte emancipador los mestizos, mulatos, zambos, pardos; masa poblacional pobre, compuesta por unas nuevas generaciones étnicas originadas en la promiscuidad criminal de los conquistadores, terratenientes y gobernantes españoles, que violaron mujeres indígenas y negras para luego negar (en la mayoría de los casos) la paternidad correspondiente.

Tanto era el nivel excluyente de esta primera “revolución” que incluso aquellos sectores criollos de menor o nulo poder económico estaba por fuera del proyecto político con el cual se pretendía reorganizar el territorio “independizado”; como lo demuestra el hecho de que el único líder criollo, de bajo poder económico, que además sí pensaba que la revolución debería ser construida con las masas pobres y miserables, terminó en la cárcel condenado por sus mismos “hermanos” criollos de revolución. Estamos hablando de José María Carbonell, el apodado “Chispero de la revolución”, historia que nos merecería capítulo aparte, para no irnos por un camino diferente a la historia de Fulgencio Parra que nos ocupa ahora y con la cual queremos tratar de entender por qué, en tiempos del siglo XXI, los pobres siguen siendo los que terminan peleando guerras ajenas; guerras de quienes las crean, pero nunca entran al campo de batalla.

Así pues, Fulgencio Parra fue uno de esos tantos excluidos, descendiente de mestizo con mulata, ambos pobres; que en su infancia muchas veces comió tierra a falta de pan digno, y que perdió, como ya dijimos a su padre, de tendencia política liberal, en otra guerra.

Retomemos: Me voy a matar azules, le dijo Fulgencio a su madre, dejándola en el embargo de la incertidumbre. Y se enlisto en el ejército de los rojos.

Al ejército de los rojos llegó Fulgencio. Quería un uniforme y un arma que lo autorizaran a matar azules, quería vengar la muerte de su padre.

Perdió la cuenta de las veces que disparó su fusil de dotación. Cada noche hacía la cuenta de los posibles azules que habría matado, sin tener certeza, pues los únicos muertos de los que tenía cuenta clara eran los rojos que caían a su lado cuando las balas enemigas los alcanzaban.

Muertos azules y muertos rojos encontraba día a día en el campo de batalla, muertos de lanza, muertos de machete y cuchillo, muertos de bala de fusil; muertos de abandono en descomposición. Y en los rostros sacrificados de los muertos azules, quiso adivinar cuál de ellos podría haber sido el posible asesino de su padre, quería terminar su guerra, pero debía estar seguro de que ya habría vengado la muerte del padre.

Tantos rostros, tantos gestos de terror ante la inminencia de la muerte, tantas cicatrices de miseria, tantas arrugas que manifestaban desolación. Esos rostros de los azules eran tan iguales a su rostro, al que fue el rostro de su padre, al rostro de los mismos rojos. Y empezó a tener pesadillas con esa multitud de rostros, los rostros de los muertos revisados con la ansiedad de encontrar al victimario de su padre, los rostros de fatiga y desesperanza de sus compañeros rojos. Los rostros de los mismos pobres de siempre, fueran rojos o azules, al final, rostros de la misma clase sacrificada como carne de cañón en la guerra.

De súbito, una noche despertó pensando que tenía que dar con el asesino de su padre, no podía seguir sin saber si el victimario de su padre caía también, y que ese objetivo perseguido no lo iba a lograr si seguía desde el ejército rojo; no, para saberlo a ciencia cierta tenía que infiltrarse en el ejército azul, preguntar, esculcar, descubrir con precisión. No iba a seguir siendo perseguido por tanto rostro sin la certeza de saberse vengado. Así pues, a la madrugada de un día cualquiera desertó del ejército rojo y se dio sus mañas para ser reclutado en el ejército azul, donde -haciendo de tripas corazón por tener que relacionarse con sus enemigos-, le dio continuidad a su proyecto de venganza.

Pero una cosa piensa el burro y otra piensa quien lo está enjalmando: Ya enfilado en el ejército enemigo, empezó a pensar que todos esos combatientes azules son tan iguales a él y a tantos rojos, que igual están allí en el campo de batalla por hambre, por instinto de venganzas iguales a la suya, y empieza a sentir que está en el lugar equivocado, ya ni le importa saber si quien mató a su padre en esa guerra pasada estaba vivo, o cayó muerto en otro combate, igual ya le parecía imposible dar col él, el enemigo son todos los azules le decían en el ejército anterior, el enemigo son todos los rojos le dicen en su nuevo ejército; no se busca matar a nadie en particular, cae el que tiene que caer, el que estaba destinado para morir ese día en el campo de batalla, llámese como se llame; la venganza individual entonces empieza a perder sentido para él, ya no quiere seguir más allí; esa guerra ya no es suya, tampoco de esa cantidad de combatientes azules y rojos, descalzos, descamisados, tan hambrientos como él;  tan reclutados a la fuerza muchos, por la necesidad de supervivencia otros, por venganzas equivocadas tantos…

Los días van y vienen, con la única novedad de que siguen cayendo, en el campo de batalla, rojos y azules; hasta que un día, los rojos le hacen una redada a los azules apresando a varios. Y entre los capturados está Fulgencio, a quien sus ex compañeros rojos reconocen como un traidor por pasarse al ejército enemigo. Entonces le hacen un consejo verbal de guerra, y de ipso facto es condenado a muerte.

Frente al pelotón de fusilamiento está Fulgencio Parra, será fusilado de manera inminente, por el ejército que un día defendió su padre, al primer ejercito al que llegó él en busca de una venganza sin sentido, en una guerra tan ajena para los pobres como él.

FIN.





viernes, 12 de julio de 2024

Cuatrocientos treinta y… No más ¡Basta ya!

 Cuatrocientos treinta y… No más ¡Basta ya!  

 

                                           Fotografía tomada de internet

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

1.

Con el primer canto de la madrugada Rodrigo salió de su rancho rumbo al sembrado, quería mirar el florecer de su esperanza con los primeros rayos del sol aquella mañana. 

Luego de entregar armas se había consagrado a ese proyecto agrícola que había logrado plantar, en esa tierra prestada por un vecino de la comunidad que los recibía, con la condición de compartir algo de lo cultivado. Su dedicación a ese sembrado manifestaba su arraigo con el campo, el arraigo que tenían muchos excombatientes con la tierra, dado su origen campesino.

Antes de salir al campo, miró hacia su pequeño hijo de un año, pensando, tal vez, en que la paz ahora tenía descendencia; la prole estaba prohibida en tiempos de guerra. Ese hijo y Diana, su mujer, también ex combatiente, eran el aliento de su vida, a pesar de las dificultades que se cernían en el horizonte de esa paz que habían asumido ante el país.

Con aire de enamorado tarareaba al viento una canción de esas que se quedan con uno toda la vida, mientras caminaba presuroso. Había tanto por hacer aquel día: marcaría canales de desagüe para que el agua no se empozara en las raíces de sus matas de plátano, desyerbaría los alrededores, y en la tarde volvería al campamento de paz a colaborar con actividades comunitarias.

Sumido en sueños iba, cuando un grupo de hombres le salió al camino. Viejos camaradas del pasado reciente, aquellos por los cuales ayer, habría arriesgado su vida en cualquier combate. Un encuentro anunciado, pero no deseado.

—Camarada Rodrigo, gracias por presentarse -lo saludó falsamente efusivo uno de los armados.

—Camaradas —respondió Rodrigo, tratando de no demostrar temor ante ellos —yo no me he presentado ante nadie, y les pido por favor que me dejen seguir mi camino, yo respeto sus decisiones y espero que en honor a las convicciones revolucionarias, que dicen seguir teniendo, ustedes respeten las mías.

—Claro camarada Rodrigo, las convicciones revolucionarias que nosotros aún defendemos y que ustedes los traidores entregaron —ripostó el mismo guerrillero.

—Camaradas, yo ya no estoy más en la guerra —enfatizó Rodrigo, con el anhelo de no estar allí, de escapar de aquello que sabía era una redada de aquel grupo de hombres disidentes del proceso de paz.

—Vea camarada Rodrigo, no se ponga así, como a la defensiva, venimos en plan de amigos; como en los buenos tiempos camarada, contra usted no tenemos nada, solamente queremos hacerle unas preguntas —trató de calmar el ambiente el que parecía ser el vocero del grupo.

Pero el aire traía un cierto olor a presagio gris con tonos de amargura. 

 

2.

 ¿Estas despierta?

—No dejo de pensar en los muchachos.

—Son harina de otro costal, Diana.

—Tantos años caminando juntos.

—Pero ellos tomaron su decisión, Diana.

—No están lejos…

—Están en otra realidad, Diana.

—Y, ¿si te buscan?

—No los conozco, Diana.

—Van a querer que el camarada Rodrigo les ayude con los explosivos, en lo que él es experto…

—Se me olvidaron esas prácticas, Diana.

—O que les reclute gente, Rodrigo…

—Mujer, ahora solo reclutamos gente para la paz.

—¿Si te buscan?

—No me encuentran.

—Ya conoces al camarada Algiro, tu eras de su entera confianza.

—Él rompió esa confianza, Diana, está en una orilla del río diferente a la en que tu y yo nadamos ahora.

—A veces tengo unos sueños malucos.

—Tenes que tranquilizarte Diana, nadie dijo que iba a ser fácil.

—Sueño que nos persiguen, nos gritan traidores, nos someten a un consejo de guerra…

—Duérmete ya, Diana, no digas pendejadas, esas ya son cosas del pasado.

—Con ellos rondando por allí… cosas que siguen siendo del presente. ¿No tienes miedo, Rodrigo?

—Mujer, a lo hecho pecho, y esta paz es nuestra revolución ahora.

—Yo sí tengo miedo, Rodrigo; tengo miedo a que te pase algo.

—Duérmete ya Mujer. Mañana será otro día, esperemos que esta paz no nos cueste la vida.


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Otras lecturas:

Compa, dígale que estamos en proceso de Paz

(Primera versión... de los hechos)


Diles que no me maten

(Juan Rulfo)

 

Autor: Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Dicen que se lo llevaron monte arriba. Que lo sacaron de la carretera y después de quemar la moto en que iba lo golpearon sin compasión, luego se lo llevaron a rastras por entre la arboleda de la montaña. Dicen que le gritaban “Guerrillero hijueputa, aquí las vas apagar todas, este país no olvida”.

Casi asfixiado, pálido y aterrorizado llegó a la vereda de paz, el niño que trajo la noticia, corrió con toda la fuerza que podían darle sus entrados trece años de edad, para alertar a la comunidad. Yo estaba ahí, a la orilla de la quebrada, cuando escuché los pasos de los soldados, entonces me asusté y me escondí detrás de un matorral, ahí fue cuando vi que el camarada Fidel aparecía en su moto…


 Opinión

Cultura de Paz: Principio de la Paz que Colombia necesita

Por: Luis Carlos Pulgarin Ceballos

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Construir Paz, entonces, nos representa abordar los siguientes compromisos: 1. Detener la guerra, 2. Políticas estructurales, 3. Instaurar una Cultura de Paz.

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En los últimos tiempos, Colombia ha estado inmersa en un debate sobre el tipo de Paz que necesita construir. Cada gobierno de turno ha bautizado de diversas formas su propuesta de trabajo en pro de la paz. Para no hacer mucha historia: con la elección de Gustavo Petro se generó la idea de una Paz Total, aunque dentro de su mismo gobierno, igual, se habla de una Paz Territorial. En algunas instancias de la ciudadanía se habla de Paz Integral, al parecer un recicle de lo que antes llamaron Paz con justicia social; de igual manera, en otros sectores es común escuchar que se habla de una Paz positiva.

https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2024/03/cultura-de-paz-principio-de-la-paz-que.html


Pedagogía de la Reconciliación

Que no te acobarde la Paz

Carta y poema para un amigo que persiste en la guerra

 

Por: Luis Carlos Pulgarín Ceballos.

 

 Entonces eras como nuestro hermano, uno más de aquel grupo de artistas regionales que soñábamos comernos el mundo con nuestras incipientes obras de aquel entonces; el bacán de la gallada. Diestro en la palabra y el humor, quizá, por eso te hiciste trovador y poeta. Por ahí, entre unos papeles descuadernados aún quedan rastros de tus primeros versos: “Escucha. No bajes la mirada/ no me tengas miedo/ deja que mi mano ponga una rosa en tu pelo/y mi boca te diga: te quiero/ permite a mis ojos mirar tus silencios/ deja que el amor nos regale un verso”(1).  

https://canal3sistemaenlinea.blogspot.com/2024/04/que-no-te-acobarde-la-paz.html

sábado, 27 de abril de 2024

ABCdario del Infierno -poemas-

 

Foto; Jesús María Catano Serna, Cumbre Nacional de
Experiencias de Pedagogías de Paz

«ABCdario del Infierno»: algunos poemas del nuevo libro de Luis Carlos Pulgarín Ceballos


Un periplo a través de 6 poemas de Pulgarín Ceballos y, al final, una breve reseña de su libro.

Homenaje

A María Mercedes Carranza
(en memoria)

Desde este lado oriente
la ciudad se extiende
a lo largo y ancho
como un monstruo gris incontenible

Desde este lado oriente de la ciudad
escucho el rumor y la estridencia
el caudaloso río de una jauría ansiosa por devorar el tiempo

De este lado oriente de la ciudad
unas cuántas calles empinadas más abajo
vivió María Mercedes

imagino que muchos días al despertar
                                                              a lo mejor todos
al abrir
          de par en par
                                su ventana

para saludar las fatigas que tocaban las puertas del nuevo día
se encontró con la misma ciudad
que me encuentro yo cada mañana
y la anhelo de nuevo más pequeña
con menos pretensión de edificio desbocado hacia el cielo
a salvo de ensordecedoras congestiones
más llena de rocío y de paraguas
como en la época de su infancia
cuando era más suya
y subía a los cerros para arroparla toda con una sola mirada
y luego corría por sus calles
                                       para recoger la poesía de la lluvia lenta
                                                          o simplemente
jugaba con el aire dando pequeños saltos
para no salpicar su uniforme de la escuela
en los espejos que quedaban de la lluvia
sobre calles y andenes

De este lado oriente de la ciudad
con viejas casas
y memoria de una cierta arquitectura provinciana
donde las fachadas guardan el olor del miedo
y las esquinas y zaguanes
la ansiedad del asaltante
María Mercedes destendió su cama
con la serenidad propia de quien ya no tiene prisa alguna
se acostó abrazada al adiós de su existencia
se cansó de ser extranjera de sí misma
de hablar a solas ante el espejo
de su desolada presencia
en esta urbe con millones de habitantes
dejó en el viento besos y sonrisas suficientes
para que su hija comprendiera su ausencia escogida
y se fue al encuentro de respuestas
para ese puñado de preguntas que siempre tuvo

A esta hora ya debe saber
si Rimbaud soñaba cuando soñaba Verlaine
o si solo
«se trata de un tema
de escritores sin oficio»
en una ciudad que nos resulta cada vez más ajena

Poema ganador en el Concurso Nacional «Poesía Capital»,
Casa de Poesía Silva y Ministerio de Cultura, 2005.


ABCdario del infierno I (Leiva)

En mi país
(país maldito
por ángeles expulsados del paraíso)
La letra con sangre entra

Las manecillas del reloj de la infancia
corren por caminos polvorientos
con su desparpajo de primavera
para llegar a su meta
                                   La escuela donde el maestro
                                                                    espera la tarea

La muerte
envidiosa y marrullera
ha tendido su red con olor a plomo

El camino ahora es un lecho de cardos
                                                 y espinas de rosas fúnebres

La tarde suelta su rumor de duelo
       de rodillas los cuadernos caen
                         ruedan por el polvoriento suelo
                         y de entre sus hojas en desorden
                         lleno de espanto
                                           se libera un mudo abecedario

La madre sin intuir un por qué
empieza a sentir que los santos en el altar visten de luto
En la mesa de la espera
                               servida quedará la merienda


Cartografías de la memoria

5

Éxodos

La casa derruida por el tiempo
habitada por la soledad
mientras las cucarachas hacen un festín
con las sobras de la cena que se quedó a medias

La puerta de par en par
como testimonio
                       del afán que sembró el miedo
y la mecedora dormitando el viento
                               que zarandea tus recuerdos.

Las paredes abrazando inconfesables secretos
y un baúl desolado después del saqueo
a la hora que los zaguanes murmuran
                                una lenta melodía de duelo
y la lluvia borra las huellas
                               de tus últimos pasos por el patio


ABCdario del infierno VII (Rompecabezas)

Fra
         g
men
ta
         do

Su
           cu   er   po
como                     un
abecedario
ro
      to
y
re   ga   do
         por
el
    patio

Una madre
con paciencia y sin espanto
lo va juntando
pieza a pieza
lo cose con sus besos


Desolación (Alto Naya, 2001)

En la pizarra
de la vieja escuela rural
donde el aire es solo olor de humo
y el viento un gris y espeso manto de ceniza

Inconclusas quedan algunas operaciones matemáticas
última lección de la maestra ante el fragor del miedo

                                    Adición de incertidumbres
                                    y resta de alumnos salidos en diáspora


Caligrafías del olvido

En la última vereda devastada
arden las últimas tablas de madera
que un día fueron casa
                                   hogar
                                           cobijo
dispersas cortinas de humo
elevan hacia el cielo
los nombres de Pedro Manuel
Carlota José Antonia Abel
Luisa María Roberto Gabriel

Después de jugar con ellos
como si fueran
la cola de una cometa sin rumbo
                                     el viento
                                     como un niño travieso
                                     los fragmenta


Apretar la realidad con abecedarios trágicos
Reseña de ABCdario del infierno de Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Por Samuel Solórzano Cisery

En las inmediaciones de la desidia, del intercambio de conflagraciones que se elevan con humos desamparados, la poesía de Pulgarín Ceballos reacciona como espejo por tierra, fragmentándose para abarcar las casi inabarcables ruinas de memoria y espíritu. Cada fragmento nos devuelve los rostros que la muerte ha borrado, las voces que repiten con desgarro sus nombres, el jardín o la casa cuyas fibras ardieron en el fuego, pero sus cenizas se niegan a mezclarse en una ciénaga de olvido.

ABCdario del infierno (2022) de Pulgarín Ceballos expresa un territorio lleno de violencia y se pregunta no solo por el sufrimiento de sus habitantes, sino también por sus actividades, aprendizajes y afectos antes de que fueran truncados. En sus versos se hilvanan así personajes como los niños y las madres, donde los primeros padecen, son asesinados aún sin aprender los completos abecedarios para manifestar en palabra sus sufrimientos más allá de la línea de la muerte; y las madres son aquellos tótems que reciben toda la carga de ausencia e impotencia, las que levantan las manos al cielo y son franqueadas por el agónico silencio de una pregunta sin respuesta. Es entonces cuando este poemario coloca sobre un nenúfar giratorio cada tragedia y evita que se anegue con los ciclos de violencia-muerte. La poesía no frena ciclos, pero sí sacude el polvo.

ABCdario del Infierno abre su periplo con un homenaje a María Mercedes Carranza, que es un “elogio a los suicidas”; un poema que expande la última mañana de vida de la poeta bogotana quien dirigió la entidad cultural Casa de Poesía Silva desde su fundación en 1986 hasta que se suicidó en el 2003.

Luego el ABCdario del infierno recupera la topografía de la Comedia de Dante con tres secciones que extrapolan los ciclos violentos en tres niveles, con la única diferencia es que no hay paraíso. La primera sección “Capítulo 1 – Infierno” se concentran los poemas que abordan la memoria y el olvido que penetran en las coyunturas de una muerte interior con un telón de masacres de fondo.

En el “Capítulo 2 – Purgatorio” los poemas se astillan con cada ciudad y pueblo nombrado a través de versos que dibujan, describen, anuncian las ruinas y los resabios del conflicto armado. Por último, en el “Capítulo 3 – Otros poemas en las turbulencias de Aqueronte” el desasosiego se encarna con las manos que desaparecen, la infancia que sangra, la oración jamás escuchada y las corrupciones como pan de cada día; poniendo el final de un periplo que gira y regresa sobre sí mismo, como el nenúfar que flota sin ningún destino.

Este nuevo poemario de Pulgarín Ceballos es devastador. Aprieta la realidad falsa de la cotidianidad y del paso del tiempo para mostrar las heridas de un país debajo de la ilusión de paz.

***

Sobre Luis Carlos Pulgarín Ceballos

Luis Carlos Pulgarin Ceballos (Colombia, 1967). Escritor, periodista, comunicador social, abogado, dramaturgo, actor, director de teatro y narrador oral. Ha realizado estudios sobre justicia transicional, negociación y resolución pacífica de conflictos, acción para la paz, gerencia cultural, liderazgo social y político, Derechos Humanos, DIH, literatura, producción audiovisual, teatro, entre otros. Catedrático universitario. Promotor, consultor, interventor y coordinador de proyectos culturales, juveniles, sociales, de acompañamiento a víctimas del conflicto armado y de Derechos Humanos en varias regiones del país. Cofundador de grupos culturales como la Corporación de Cuenteros y Narradores Orales de Antioquia y Vivapalabra de Medellín e integrante del Taller de Escritores Urabá Escribe (años 90).

Premio Nacional de Dramaturgia para Niños 2001. Ganador Concurso Nacional «Poesía Capital», Casa de Poesía Silva, 2005. Beca IDCT de Creación en Teatro, 2002. Ganador del concurso nacional de proyectos para televisión «No se le arrugue» de Producciones PUNCH, año 2000. Libretista del programa Planeta Niños (nominado por el periódico El Tiempo, como mejor programa infantil de la televisión colombiana en 2004). Segundo lugar en el III Concurso de Cuento Eutiquio Leal (Taller de Escritores Gabriel García Márquez y U. Autónoma de Colombia), 2012. Ganador del Concurso Tertulias a la Francesa con el proyecto «Las bodas de Figaro», Fundalectura y Embajada de Francia, 2006. Nombrado Embajador del idioma español, por La Fundación César Egido Serrano y el Museo de la Palabra en sesión plenaria, Madrid, España, febrero de 2018.

Ha publicado: Urabá, el mayor éxodo de los últimos años (investigación, 1995), Refugiados colombianos en Panamá (informe, 1998), Esta fabulilla es una farsa (teatro infantil, 2002), La trágica historia de amor del gato Romeo y Julieta, la ratona (cuento infantil, 2004), Los Relatos del Majuy (tradición oral del municipio de Cota, 2007), Crimen de media noche (teatro en estudio, 2016), Altazor; antología poética de la campaña 1 millón de poemas contra la guerra, la impunidad y el olvido (2012). ABCdario del infierno (poesía, 2022); Mudanza y otras minificciones (cuento, 2022). Poemas, cuentos y artículos suyos han sido publicados en: Antología del cuento contemporáneo (Revista Vericuetos, edición bilingüe, Paris, Francia, 2020). Revistas Casa de Poesía Silva, Golpe de Dados y Contestarte. Magazín Dominical de El Espectador. Entre otros medios periodísticos, universitarios, nacionales y regionales.

Esta sección de La Cháchara literaria es coordinada por Samuel Solórzano Cisery.




Mudanza y otras minificciones

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