De mi próximo libro
“Poemas duros como un pan olvidado en la alacena.
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Cuando un día, quizá mañana, se acabe esta guerraAutor: Luis Carlos Pulgarín Ceballos
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Cuando un día, quizá mañana, se acabe esta guerra
Tal vez volvamos a
escuchar las voces de los dioses, silenciadas por el ruido de los cañones y las
ráfagas de metralla.
Volveremos a tener
la cercanía del paraíso en el rumor del viento colándose por entre la arboleda
de nuestras montañas.
Tal vez vuelvan los
hijos ausentes a ocupar el lugar que en la mesa siempre estuvo vacío y a la
espera, a vestir el ropaje que mamá lavó mes a mes, para que estuviera limpio
el día de su regreso.
La palabra odio
será una página del pasado y la risa será el abrazo de cada nuevo día entre los
enemigos,
nos reencontraremos
en los ojos del vecino sin temor y desconfianza,
ya no habrá señales
de miedo, cuando los perros ladren en la noche,
y las puertas de la
casa no se cerrarán con decenas de trancas y mil padrenuestros.
el humo será señal
de esperanza y bienestar… no signo de veredas devastadas por la presencia de la
barbarie.
Antígona podrá por
fin entrar al campo de batalla dónde murió su hermano guerrero, para darle
digna sepultura.
Y Tiresias será
libre,
su voz será oración
de bienaventuranza, no más, nunca más augurio obscuro, maldición del destino,
signo trágico de Tebas.
Cuando un día, quizá
mañana, se acabe esta guerra,
volverá en el aire
la fragancia de nuestras alegrías de infancia pérdida,
y la zozobra será
sólo un pasajero distante en el tren del olvido.
Cuando un día,
quizá mañana, se acabe esta guerra,
Cuando haya una
tregua, cuando cese el fuego, volverás a casa a retomar tus escritos perdidos
en ese viejo cuaderno donde escribías canciones a las novias añoradas.
Y el rugido del
jaguar en la selva, será sólo el anuncio del combate de los amantes que al filo
de la madrugada se abandonan a la urgencia de sus pasiones.
Y el poema tendrá
una nueva oportunidad para descubrir la misteriosa luna que en secreto guardan
en sus cuerpos quienes despiertan al amor en su primara vez.
Ya no más odios, no
más hambres, no más alientos de venganzas ¡no más trincheras, no más furias, no
más cegueras, no, no, ya no más! cuando un día, quizás mañana, se acabe esta
guerra.
Luis Carlos Pulgarín Ceballos
Territorios de Murindó,
2016, año de la firma del Acuerdo.
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